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EL SANTUARIO DE ALTURA
DEL NEVADO
DE ACAY
(6000 msnm; Departamento los Andes; Provincia de Salta-Argentina)
RESUMEN:
En este trabajo se describirá el sitio arqueológico de altura relevado
en la cumbre principal del Nevado del Acay, perteneciente a la Cordillera
Oriental andina argentina. Se analizaran los antecedentes de observaciones y recolecciones efectuadas previamente en
esta cumbre, y se detallarán las particularidades del registro
arqueológico relevado en el marco de la campaña de prospección
conducida en 1996. Se pondrá especial énfasis en la caracterización de
la arquitectura, cuya monumentalidad será interpretada en el marco de
estrategias de dominación involucradas en la preparación y ejecución de los rituales de alta
montaña.
El Nevado del Acay
El Nevado del Acay se encuentra ubicado a 24º 23' Latitud Sur y 66º
10'Longitud Oeste, aproximadamente a 25 km. al Sudeste de la localidad de
San Antonio de los Cobres, Departamento Los Andes, Provincia de Salta,
República Argentina. Pertenece al Sistema Orográfico de la Cordillera
Oriental Andina, ubicándose en el borde oriental de la Puna salteña, en
las nacientes de la Quebrada del Toro y del Valle Calchaquí. Su altitud
es de 6000 m.s.n.m. (según carta topográfica "San Antonio de los Cobres" - Hoja
2566-I- del Instituto Geográfico Militar), lo que representa un desnivel
de más de 1.700 m. Con respecto a los 4.000 m.s.n.m. del nivel de base de
la altiplanicie puneña.
Se trata de un cerro formado por una sola cumbre principal que se eleva
como un pequeño morro sobre una precumbre llana y extensa. La cima es una
superficie plana, de considerable extensión, formada por bloques rocosos
de regular tamaño. El acceso a la cumbre es practicable sin dificultad
por todos los filos, aún por aquellos que presentan acarreos en
pendientes pronunciadas. Las laderas y la cima carecen de glaciares, y el
cerro aparece frecuentemente cubierto de nieve temporaria durante la
estación estival. Desde la cumbre se divisan los volcanes de la
Cordillera Occidental, el Nevado de Chañi, el Nevado de Cachi, el Nevado
de Quehuar, el Tuzgle, el Acay Chico, el Castillo, el Remate, el
Llanaleri, el Rumibola, entre otros cerros y nevados de la región.
ANTECEDENTES E INVESTIGACIÓN:
Las ruinas existentes en la cumbre del Acay se conocen
desde hace varias décadas. En los años '50, el andinista salteño, J.
Fadel, ascendió a la cima, refiriendo el hallazgo de un recinto en forma
de "U" orientado al Este, y de una tibia, aparentemente humana.
El nevado fue luego ascendido en reiteradas oportunidades por Christian Vitry, quien en 1983 reconoció en
la cumbre, un conjunto de estructuras arqueológicas con leña. El nevado
también fue ascendido por Johan Reinhard en 1985, identificándose en esa
oportunidad dos posibles plataformas, y cuatro estructuras sobrenivel
(Beorchia 1987). Prospección y relevamiento en alta montaña. En Marzo de
1996, los autores de este trabajo, junto a otro andinista salteño, llevaron a cabo la
exploración y relevamiento de la cumbre del Acay. La investigación
consistió en prospecciones, levantamiento planimétrico de las
estructuras en la cumbre mediante la técnica de brújula y cinta
métrica; documentación fotográfica de las distintas construcciones, y
recolección de muestras de leña para futuros fechados radiocarbónicos.
LAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS:
En el Nevado de Acay, el sitio arqueológico de altura que motivara la
presente investigación se encuentra localizado sobre la planicie del
morro cumbrero, a 6000 m.s.n.m. Consta de un conjunto de estructuras
sobreelevadas localizadas en el punto más alto de la cumbre, y de dos
conjuntos subsidiarios de estructuras, ubicados, respectivamente, a unos
10 m. al Noreste y a unos 30 m. al Noroeste del conjunto principal.
El conjunto principal está formado por dos plataformas sobreelevadas, sin
relleno artificial, construidas con bloques rocosos procedentes de la
misma cumbre. Una de las plataformas, de planta trapezoidal, tiene una
longitud de 6,7 m., siendo su base mayor de 6,20 m., y su base menor de
5,4 m.. Alcanza una altura máxima de 1,3 m. Su eje mayor se orienta hacia
el Este, a 85º de desviación con respecto al Norte; en tanto que sus
lados menores se encuentran orientados al Norte, estando la base menor
desviada sólo 5º en dirección Oeste. La estructura aparece afectada por
intenso derrumbe, y semidestruída por la acción de antrópica,
presentando pozos de huaqueo en su parte superior. Dichos procesos
post-depositacionales le restan visibilidad a la construcción, la cual
tiende a confundirse con el roquerío de la cumbre, pese a su gran tamaño
y altura. En la parte más alta de la plataforma se ha plantado una cruz,
con el nombre del cerro y su altitud, cuya base es utilizada para la
depositación de testimonios de ascensiones. Sobre dicha estructura, y en
sus cercanías, se encontraron los fragmentos de leña a los que se ha
hecho referencia con anterioridad.
La otra plataforma se encuentra contigua a la primera, quedando separada
de la misma por un pequeño muro de 3 m., y por derrumbe procedente de
ambas, que dificulta su diferenciación. Tiene una planta más rectangular, de 6,1 m. de longitud por 6,6 m. de ancho, orientándose su
eje mayor en dirección al Norte. Su base se prolonga hacia el Este, a
80º de desviación con respecto al Norte, en un muro de 3,6 m., que luego
de formar un ángulo recto, continúa 6,8 m. más, en dirección paralela
a la de los lados mayores de la plataforma
.
El conjunto ubicado al Noreste, está constituido por dos recintos de
muros bajos, de planta semicircular, orientados al Noreste. Uno de los
recintos, ubicado a unos 10 m. al noreste de la segunda plataforma, tiene
un diámetro mayor de 3,5 m., por 3 m. de diámetro menor. Su diámetro
mayor se orienta a 120º de desviación con respecto al Norte, quedando la
abertura del recinto orientada en dirección Noreste. Los muros,
construidos con bloques de la misma cumbre, alcanzan una altura de 0,6 m.,
y un ancho máximo de 1,5 m., en razón del intenso derrumbe que los
afectara. El otro recinto, ubicado a un metro al Norte del primero, es una
construcción de muros bajos, de planta semicircular, de 4,4 m. de
diámetro, que se orienta en dirección Noreste, al igual que el recinto
contiguo. También se asemeja a la estructura vecina, tanto en la altura
de los muros, de 0,5 m.; como en el ancho máximo alcanzado por los
mismos, de 1,5 m.
El tercer conjunto, situado a unos 30 m. al Noroeste de la primera
plataforma, está formado por dos recintos, de muros esquinados formando
un ángulo, cuya abertura se orienta hacia el Norte. Una de las
estructuras es una intersección de dos muros, uno de 5,5 m. de longitud,
orientado a 325º de desviación con respecto al Norte; y el otro, de 4,4
m., orientado a 50º. La otra construcción, ubicada a 8,5 m. al Norte, y
a 345º de la primera, es también de la intersección de dos muros. Uno
de ellos alcanza una longitud de 6,3 m., orientándose a 220º de
desviación con
respecto al Norte. El otro, de 4,5 m. de largo, se orienta a 130, quedando
la abertura del ángulo por ellos formado, orientada hacia el Noroeste. En
ambas estructuras, los muros, construidos con rocas de la misma cumbre,
alcanzan un ancho de 0,9 m., extendiéndose el derrumbe, a ambos lados,
hasta 2,2 m., lo que lleva a prever una altura original mayor a los 0,65
m. Que alcanzan actualmente.
En las cercanías de las plataformas sobreelevadas, así como en su parte
superior, se encontraron escasos fragmentos de leña de pequeño tamaño,
no detectándose otros ítems artefactuales ni ecofactuales en el sitio,
durante la campaña de 1996.
DISCUSION
El santuario: de altura identificado en el Nevado del Acay se encuentra
ubicado en la extensa y llana explanada que forma el morro cumbrero. El
emplazamiento del sitio en un espacio amplio, sumado al hecho de que se
trata de un cerro de considerable accesibilidad, permite plantear la
hipótesis de una numerosa concurrencia prevista a las actividades
ceremoniales realizadas en la cumbre. Por otra parte, la enorme inversión
en la monumentalidad de la arquitectura sobreelevada de las plataformas
cumbreras, sugiere que se habría planificado su exhibición frente a un
público asistente, durante la instancia del ritual. En consecuencia,
parece ser poco probable que solamente los oficiantes del culto
ascendieran a la cumbre del Acay, permaneciendo los asistentes en la base,
como se ha postulado para otras localidades arqueológicas de altura, como
ser, por
ejemplo, el caso del Nevado de Ampato (Reinhard 1996)
El considerable requerimiento de mano de obra para la
construcción de las estructuras sobreelevadas sugiere la apropiación de
esta localidad arqueológica de altura en ceremonias institucionalizadas
en un marco de alta complejidad social. Las características
arquitectónicas de las plataformas permiten, además, hipotetizar la
construcción y utilización de las mismas bajo influencia incaica
(Raffino 1982); es decir, en un lapso temporal comprendido entre 1.470 y
1.532 d.c.
Las estructuras presentes, tanto en el complejo noreste, como en el
complejo principal, tienen la capacidad de generar espacios segregados.
Los recintos de muros bajos simplemente segregan espacios por
delimitación de una superficie; en tanto que las plataformas desnivelan artificialmente el espacio plano de la cumbre. La presencia de estas
plataformas permite interpretar al sitio como un "santuario"
(sensu Leach 1978), en el que se habría diferenciado intencionalmente un
espacio 'sacro' para la ejecución del culto, y un espacio 'profano' para
la asistencia al mismo. Este es otro motivo por el cual cabe inferir la
participación de personas de distinto rol y status (sacerdotes y fieles),
durante los rituales realizados en esta cumbre (Ceruti 1997a). La
desnivelación, como recurso incorporado a la escenografía, habría
permitido introducir asimetrías visuales entre los espacios segregados, contribuyendo, en forma encubierta, a la
reproducción de las desigualdades de poder entre los oficiantes y
asistentes a la ceremonia (Nielsen 1995). La titánica tarea de
construcción de estructuras sobreelevadas de las dimensiones de los
presentes en el santuario del Acay, a más de 5.700 m.s.n.m., donde las
condiciones de trabajo son extremadamente difíciles, no
puede explicarse solamente en función de la necesidad de segregar
espacios para acondicionar un ámbito sacralizado para el ritual. Además
de la notable inversión en la perdurabilidad y visibilidad de las
estructuras con fines escenográficos, es posible que las tareas de
construcción de las
plataformas, fuesen parte de estrategias de disciplinamiento laboral de la
mano de obra, como lo eran asimismo la mayor parte de las prestaciones de
los mitayos y mitimaes, durante el incanato.
Con relación a la naturaleza de las actividades rituales realizadas, el
registro actualmente presente en el sitio sólo informa acerca de la
depositación de leña. De comprobarse la existencia de la tibia humana
referida por J. Fadel, podría plantearse la posible realización de un
sacrificio humano en esta montaña. La virtual ausencia de otros ítems
artefactuales y ecofactuales en la superficie del sitio, como asimismo la
depredación sufrida por las plataformas, impiden la reconstrucción de
otros
aspectos de las ceremonias religiosas realizadas antiguamente en esta
cumbre. No existen referencias concretas acerca de la existencia de
estatuillas, textiles ni cerámica, que son hallazgos frecuentes en otras
localidades arqueológicas de altura. Sin embargo, no puede descartarse la
inicial existencia de este tipo de ofrendas, si se tienen en cuenta los
reiterados eventos de saqueo a los que este santuario fuera sometido.
En el caso de las estructuras del complejo noroeste, la
altura de los muros, que se estima podría haber sido mayor antes de su
derrumbe; así como el tipo de planta abierta de los recintos, permiten
hipotetizar su utilización en funciones de protección o resguardo contra
el viento que sopla en habitualmente en la cumbre. Sin embargo, la
ausencia de registro artefactual o ecofactual en superficie, no permite
avanzar hipótesis más concretas acerca de la posible funcionalidad de
estos recintos.
CONCLUSIONES:
El sitio ritual de altura en el Nevado del Acay constituye un ejemplo
típico de santuario de altura incaico (Schobinger 1986). Se ha
aprovechado la cima de una montaña de considerable altitud, para la
construcción de arquitectura ceremonial, acumulación de leña, y quizás
también (aunque la evidencia no haya sido apropiadamente recuperada ni
documentada), para la depositación de ofrendas, y ejecución de
sacrificios humanos. En efecto, muchas localidades arqueológicas de
altura incaicas presentan ejemplos semejantes de acumulación de leña y
de construcción de plataformas en sus cumbres o precumbres (Beorchia
1987; Ceruti 1997a).
El análisis de la evidencia arquitectónica, permite inferir la
participación de un considerable número de personas, que se presumen de
distinto rol y status, en el desarrollo de las actividades ceremoniales
realizadas en las alturas de este nevado. La elección de la extensa
explanada cumbrera para el emplazamiento del santuario sugiere que se
habría previsto la congregación de una numerosa concurrencia; en tanto
que la construcción de plataformas, habría hecho posible la segregación
de un espacio sacralizado, para el despliegue de la actividad ritual por
parte de
los oficiantes. El desnivel entre la superficie de la explanada y la parte
superior de las plataformas, habría contribuído a recrear
encubiertamente, las desigualdades sociales entre sacerdotes y asistentes,
mediante las asimetrías visuales generadas.
La gran visibilidad y perdurabilidad de algunas de las estructuras
arquitectónicas, además de contribuir al acondicionamiento de la
escenografía en la instancia del ritual, habría constituido la
justificación ideológica necesaria para la implementación de
estrategias de disciplinamiento laboral, aprovechando las dificultades del
trabajo físico en alta montaña, y los considerables requerimientos de
mano de obra para la construcción de arquitectura monumental.
Las localidades arqueológicas de altura constituyen una vía privilegiada
para el estudio del ritual en tiempos previos a la conquista española.
Futuras investigaciones en el marco de una arqueología
del conflicto social deberían contribuir a un mejor conocimiento de las
estrategias de legitimación ideológica de la dominación inca, que
durante la expansión y consolidación de la hegemonía cuzqueña,
tuvieran como escenario las altas cumbres existentes en el territorio del imperio.
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