Ultima actualizacion Agosto 2001

 

EL SANTUARIO DE ALTURA 
DEL NEVADO DE ACAY

(6000 msnm; Departamento los Andes; Provincia de Salta-Argentina)

 


RESUMEN:

En este trabajo se describirá el sitio arqueológico de altura relevado en la cumbre principal del Nevado del Acay, perteneciente a la Cordillera Oriental andina argentina. Se analizaran los antecedentes de observaciones y recolecciones efectuadas previamente en esta cumbre, y se detallarán las particularidades del registro arqueológico relevado en el marco de la campaña de prospección conducida en 1996. Se pondrá especial énfasis en la caracterización de la arquitectura, cuya monumentalidad será interpretada en el marco de estrategias de dominación involucradas en la preparación y ejecución de los rituales de alta montaña.

 


El Nevado del Acay


El Nevado del Acay se encuentra ubicado a 24º 23' Latitud Sur y 66º 10'Longitud Oeste, aproximadamente a 25 km. al Sudeste de la localidad de San Antonio de los Cobres, Departamento Los Andes, Provincia de Salta, República Argentina. Pertenece al Sistema Orográfico de la Cordillera Oriental Andina, ubicándose en el borde oriental de la Puna salteña, en las nacientes de la Quebrada del Toro y del Valle Calchaquí. Su altitud es de 6000 m.s.n.m. (según carta topográfica "San Antonio de los Cobres" - Hoja 2566-I- del Instituto Geográfico Militar), lo que representa un desnivel de más de 1.700 m. Con respecto a los 4.000 m.s.n.m. del nivel de base de la altiplanicie puneña.


Se trata de un cerro formado por una sola cumbre principal que se eleva como un pequeño morro sobre una precumbre llana y extensa. La cima es una superficie plana, de considerable extensión, formada por bloques rocosos de regular tamaño. El acceso a la cumbre es practicable sin dificultad por todos los filos, aún por aquellos que presentan acarreos en pendientes pronunciadas. Las laderas y la cima carecen de glaciares, y el cerro aparece frecuentemente cubierto de nieve temporaria durante la estación estival. Desde la cumbre se divisan los volcanes de la Cordillera Occidental, el Nevado de Chañi, el Nevado de Cachi, el Nevado de Quehuar, el Tuzgle, el Acay Chico, el Castillo, el Remate, el Llanaleri, el Rumibola, entre otros cerros y nevados de la región.

 

 


ANTECEDENTES E INVESTIGACIÓN:

Las ruinas existentes en la cumbre del Acay se conocen desde hace varias décadas. En los años '50, el andinista salteño, J. Fadel, ascendió a la cima, refiriendo el hallazgo de un recinto en forma de "U" orientado al Este, y de una tibia, aparentemente humana. El nevado fue luego ascendido en reiteradas oportunidades por Christian Vitry, quien en 1983 reconoció en la cumbre, un conjunto de estructuras arqueológicas con leña. El nevado también fue ascendido por Johan Reinhard en 1985, identificándose en esa oportunidad dos posibles plataformas, y cuatro estructuras sobrenivel (Beorchia 1987). Prospección y relevamiento en alta montaña. En Marzo de 1996, los autores de este trabajo, junto a otro andinista salteño, llevaron a cabo la exploración y relevamiento de la cumbre del Acay. La investigación consistió en prospecciones, levantamiento planimétrico de las estructuras en la cumbre mediante la técnica de brújula y cinta métrica; documentación fotográfica de las distintas construcciones, y recolección de muestras de leña para futuros fechados radiocarbónicos.

 

 


LAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS:


En el Nevado de Acay, el sitio arqueológico de altura que motivara la presente investigación se encuentra localizado sobre la planicie del morro cumbrero, a 6000 m.s.n.m. Consta de un conjunto de estructuras sobreelevadas localizadas en el punto más alto de la cumbre, y de dos conjuntos subsidiarios de estructuras, ubicados, respectivamente, a unos 10 m. al Noreste y a unos 30 m. al Noroeste del conjunto principal.


El conjunto principal está formado por dos plataformas sobreelevadas, sin relleno artificial, construidas con bloques rocosos procedentes de la misma cumbre. Una de las plataformas, de planta trapezoidal, tiene una longitud de 6,7 m., siendo su base mayor de 6,20 m., y su base menor de 5,4 m.. Alcanza una altura máxima de 1,3 m. Su eje mayor se orienta hacia el Este, a 85º de desviación con respecto al Norte; en tanto que sus lados menores se encuentran orientados al Norte, estando la base menor desviada sólo 5º en dirección Oeste. La estructura aparece afectada por intenso derrumbe, y semidestruída por la acción de antrópica, presentando pozos de huaqueo en su parte superior. Dichos procesos post-depositacionales le restan visibilidad a la construcción, la cual tiende a confundirse con el roquerío de la cumbre, pese a su gran tamaño y altura. En la parte más alta de la plataforma se ha plantado una cruz, con el nombre del cerro y su altitud, cuya base es utilizada para la depositación de testimonios de ascensiones. Sobre dicha estructura, y en sus cercanías, se encontraron los fragmentos de leña a los que se ha hecho referencia con anterioridad.


La otra plataforma se encuentra contigua a la primera, quedando separada de la misma por un pequeño muro de 3 m., y por derrumbe procedente de ambas, que dificulta su diferenciación. Tiene una planta más rectangular, de 6,1 m. de longitud por 6,6 m. de ancho, orientándose su eje mayor en dirección al Norte. Su base se prolonga hacia el Este, a 80º de desviación con respecto al Norte, en un muro de 3,6 m., que luego de formar un ángulo recto, continúa 6,8 m. más, en dirección paralela a la de los lados mayores de la plataforma

.
El conjunto ubicado al Noreste, está constituido por dos recintos de muros bajos, de planta semicircular, orientados al Noreste. Uno de los recintos, ubicado a unos 10 m. al noreste de la segunda plataforma, tiene un diámetro mayor de 3,5 m., por 3 m. de diámetro menor. Su diámetro mayor se orienta a 120º de desviación con respecto al Norte, quedando la abertura del recinto orientada en dirección Noreste. Los muros, construidos con bloques de la misma cumbre, alcanzan una altura de 0,6 m., y un ancho máximo de 1,5 m., en razón del intenso derrumbe que los afectara. El otro recinto, ubicado a un metro al Norte del primero, es una construcción de muros bajos, de planta semicircular, de 4,4 m. de diámetro, que se orienta en dirección Noreste, al igual que el recinto contiguo. También se asemeja a la estructura vecina, tanto en la altura de los muros, de 0,5 m.; como en el ancho máximo alcanzado por los mismos, de 1,5 m.


El tercer conjunto, situado a unos 30 m. al Noroeste de la primera plataforma, está formado por dos recintos, de muros esquinados formando un ángulo, cuya abertura se orienta hacia el Norte. Una de las estructuras es una intersección de dos muros, uno de 5,5 m. de longitud,
orientado a 325º de desviación con respecto al Norte; y el otro, de 4,4 m., orientado a 50º. La otra construcción, ubicada a 8,5 m. al Norte, y a 345º de la primera, es también de la intersección de dos muros. Uno de ellos alcanza una longitud de 6,3 m., orientándose a 220º de desviación con
respecto al Norte. El otro, de 4,5 m. de largo, se orienta a 130, quedando la abertura del ángulo por ellos formado, orientada hacia el Noroeste. En ambas estructuras, los muros, construidos con rocas de la misma cumbre, alcanzan un ancho de 0,9 m., extendiéndose el derrumbe, a ambos lados, hasta 2,2 m., lo que lleva a prever una altura original mayor a los 0,65 m. Que alcanzan actualmente.


En las cercanías de las plataformas sobreelevadas, así como en su parte superior, se encontraron escasos fragmentos de leña de pequeño tamaño, no detectándose otros ítems artefactuales ni ecofactuales en el sitio, durante la campaña de 1996.

 

 


DISCUSION

El santuario: de altura identificado en el Nevado del Acay se encuentra ubicado en la extensa y llana explanada que forma el morro cumbrero. El emplazamiento del sitio en un espacio amplio, sumado al hecho de que se trata de un cerro de considerable accesibilidad, permite plantear la
hipótesis de una numerosa concurrencia prevista a las actividades ceremoniales realizadas en la cumbre. Por otra parte, la enorme inversión en la monumentalidad de la arquitectura sobreelevada de las plataformas cumbreras, sugiere que se habría planificado su exhibición frente a un público asistente, durante la instancia del ritual. En consecuencia, parece ser poco probable que solamente los oficiantes del culto ascendieran a la cumbre del Acay, permaneciendo los asistentes en la base, como se ha postulado para otras localidades arqueológicas de altura, como ser, por
ejemplo, el caso del Nevado de Ampato (Reinhard 1996)

El considerable requerimiento de mano de obra para la construcción de las estructuras sobreelevadas sugiere la apropiación de esta localidad arqueológica de altura en ceremonias institucionalizadas en un marco de alta complejidad social. Las características arquitectónicas de las plataformas permiten, además, hipotetizar la construcción y utilización de las mismas bajo influencia incaica (Raffino 1982); es decir, en un lapso temporal comprendido entre 1.470 y 1.532 d.c.


Las estructuras presentes, tanto en el complejo noreste, como en el complejo principal, tienen la capacidad de generar espacios segregados. Los recintos de muros bajos simplemente segregan espacios por delimitación de una superficie; en tanto que las plataformas desnivelan artificialmente el espacio plano de la cumbre. La presencia de estas plataformas permite interpretar al sitio como un "santuario" (sensu Leach 1978), en el que se habría diferenciado intencionalmente un espacio 'sacro' para la ejecución del culto, y un espacio 'profano' para la asistencia al mismo. Este es otro motivo por el cual cabe inferir la participación de personas de distinto rol y status (sacerdotes y fieles), durante los rituales realizados en esta cumbre (Ceruti 1997a). La desnivelación, como recurso incorporado a la escenografía, habría permitido introducir asimetrías visuales entre los espacios segregados, contribuyendo, en forma encubierta, a la reproducción de las desigualdades de poder entre los oficiantes y asistentes a la ceremonia (Nielsen 1995). La titánica tarea de construcción de estructuras sobreelevadas de las dimensiones de los presentes en el santuario del Acay, a más de 5.700 m.s.n.m., donde las condiciones de trabajo son extremadamente difíciles, no
puede explicarse solamente en función de la necesidad de segregar espacios para acondicionar un ámbito sacralizado para el ritual. Además de la notable inversión en la perdurabilidad y visibilidad de las estructuras con fines escenográficos, es posible que las tareas de construcción de las
plataformas, fuesen parte de estrategias de disciplinamiento laboral de la mano de obra, como lo eran asimismo la mayor parte de las prestaciones de los mitayos y mitimaes, durante el incanato.
Con relación a la naturaleza de las actividades rituales realizadas, el registro actualmente presente en el sitio sólo informa acerca de la depositación de leña. De comprobarse la existencia de la tibia humana referida por J. Fadel, podría plantearse la posible realización de un sacrificio humano en esta montaña. La virtual ausencia de otros ítems artefactuales y ecofactuales en la superficie del sitio, como asimismo la depredación sufrida por las plataformas, impiden la reconstrucción de otros
aspectos de las ceremonias religiosas realizadas antiguamente en esta cumbre. No existen referencias concretas acerca de la existencia de estatuillas, textiles ni cerámica, que son hallazgos frecuentes en otras localidades arqueológicas de altura. Sin embargo, no puede descartarse la
inicial existencia de este tipo de ofrendas, si se tienen en cuenta los reiterados eventos de saqueo a los que este santuario fuera sometido.

En el caso de las estructuras del complejo noroeste, la altura de los muros, que se estima podría haber sido mayor antes de su derrumbe; así como el tipo de planta abierta de los recintos, permiten hipotetizar su utilización en funciones de protección o resguardo contra el viento que sopla en habitualmente en la cumbre. Sin embargo, la ausencia de registro artefactual o ecofactual en superficie, no permite avanzar hipótesis más concretas acerca de la posible funcionalidad de estos recintos.

 

 


CONCLUSIONES:


El sitio ritual de altura en el Nevado del Acay constituye un ejemplo típico de santuario de altura incaico (Schobinger 1986). Se ha aprovechado la cima de una montaña de considerable altitud, para la construcción de arquitectura ceremonial, acumulación de leña, y quizás también (aunque la evidencia no haya sido apropiadamente recuperada ni documentada), para la depositación de ofrendas, y ejecución de sacrificios humanos. En efecto, muchas localidades arqueológicas de altura incaicas presentan ejemplos semejantes de acumulación de leña y de construcción de plataformas en sus cumbres o precumbres (Beorchia 1987; Ceruti 1997a).


El análisis de la evidencia arquitectónica, permite inferir la participación de un considerable número de personas, que se presumen de distinto rol y status, en el desarrollo de las actividades ceremoniales realizadas en las alturas de este nevado. La elección de la extensa explanada cumbrera para el emplazamiento del santuario sugiere que se habría previsto la congregación de una numerosa concurrencia; en tanto que la construcción de plataformas, habría hecho posible la segregación de un espacio sacralizado, para el despliegue de la actividad ritual por parte de
los oficiantes. El desnivel entre la superficie de la explanada y la parte superior de las plataformas, habría contribuído a recrear encubiertamente, las desigualdades sociales entre sacerdotes y asistentes, mediante las asimetrías visuales generadas.


La gran visibilidad y perdurabilidad de algunas de las estructuras arquitectónicas, además de contribuir al acondicionamiento de la escenografía en la instancia del ritual, habría constituido la justificación ideológica necesaria para la implementación de estrategias de disciplinamiento laboral, aprovechando las dificultades del trabajo físico en alta montaña, y los considerables requerimientos de mano de obra para la construcción de arquitectura monumental.


Las localidades arqueológicas de altura constituyen una vía privilegiada para el estudio del ritual en tiempos previos a la conquista española.

Futuras investigaciones en el marco de una arqueología del conflicto social deberían contribuir a un mejor conocimiento de las estrategias de legitimación ideológica de la dominación inca, que durante la expansión y consolidación de la hegemonía cuzqueña, tuvieran como escenario las altas cumbres existentes en el territorio del imperio.

 

 

 


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