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 (3) :

 

Establecimiento de mecanismos 
de concertacion intersectorial
por Hector Ceballos Lascurain

- Parte del libro Ecoturismo, Naturaleza y Desarrollo Sostenible
(Ciudad de Mexico: Editorial Diana, 1998)

 

En virtud de que el ecoturismo es un fenómeno complejo, multidisciplinario e intersectorial, sólo a través del establecimiento de un mecanismo dinámico y flexible que logre coordinar los diversos intereses y acciones de las partes involucradas se podrá impulsar un verdadero desarrollo ecoturístico.

Los sectores que deben participar en el desarrollo de un proceso integral de ecoturismo son: gobierno (incluyendo a las autoridades de turismo y de áreas protegidas), comunidades locales, ONGs, la iniciativa privada (sobre todo la industria turística), instituciones financieras y los turistas mismos. Analicemos brevemente el papel de cada uno de ellos.

a) Gobierno. El papel del sector público es vital en el desarrollo del ecoturismo. Lo más importante es que se le conceda una alta prioridad al ecoturismo en los planes de gobierno, tanto a nivel federal, como estatal y municipal. Las autoridades federales con injerencia en turismo, medio ambiente, agricultura y ganadería, pesca y educación deben participar coordinadamente en el establecimiento de políticas, legislación, normatividad y programas concretos que incidan sobre la actividad ecoturística.

b) Autoridades y personal de áreas protegidas. En virtud de que los parques naturales y otras áreas protegidas normalmente constituyen el principal atractivo del ecoturismo, es de vital importancia que las autoridades y el personal de dichas áreas protegidas jueguen un papel central en la gestión y el desarrollo del ecoturismo. El personal que trabaja en un parque natural constituye normalmente - al menos en teoría - la fuente más importante de información y orientación sobre los recursos naturales (paisaje, flora y fauna) de dicha área. También son los encargados del cuidado cotidiano de dichos recursos naturales y tienen la mayor responsabilidad en su conservación directa. En muchos casos, el involucramiento en el ecoturismo implicará una capacitación del personal del parque en esta nueva dimensión administrativa. El personal del parque (a todos los niveles) deberá tener un entendimiento cabal de lo que es el ecoturismo, ya que éste afecta o afectará directamente el desempeño de su trabajo, y también deberá apoyar las políticas de ecoturismo de su parque.

c) Comunidades locales. Las comunidades que se encuentran dentro o cerca de un área protegida son frecuentemente ignoradas o soslayadas en la planificación y manejo del ecoturismo. Esto puede deberse a que dichas comunidades están muy dispersas y aisladas y la comunicación con ellas es difícil y también a las diferencias culturales que puedan caracterizarlas. También se debe frecuentemente a que los desarrolladores del ecoturismo prefieren evitar la inversión en tiempo y esfuerzo que se requiere para que las poblaciones locales aprendan y se involucren en el proceso. Lamentablemente en muchos países es común que los desarrolladores turísticos abiertamente marginen a las comunidades locales por razones egoístas (de manera de no compartir beneficios económicos o evitarse problemas en el trato con ellas). No obstante, los residentes locales constituyen un elemento crítico en toda actividad ecoturística (ver Capítulo 8), ya que las más de las veces dependen de los mismos recursos naturales que atraen a los ecoturistas. Estos pueden convertirse en una amenaza y un obstáculo para la consecución de las necesidades básicas de los lugareños. Si las comunidades no son involucradas activamente en la industria ecoturística y no reciben beneficios que compensen de alguna manera su pérdida de accesibilidad a los recursos naturales, pueden competir con la industria turística por el uso de los recursos naturales, recurriendo frecuentemente a una serie de obstáculos e impedimentos hacia los desarrolladores turísticos y los propios ecoturistas.

d) Industria turística. Sabemos que, en términos globales, la industria turística es grande y compleja. Numerosas personas y agencias dentro de esta industria a nivel mundial juegan un papel vital en la planificación y el desarrollo del ecoturismo, porque finalmente son éstas quienes arman una alta proporción de los viajes de los ecoturistas, tanto a nivel nacional como internacional. Ejercen una gran influencia en los destinos, actividades y experiencias de los viajeros. Por tanto, resulta de la más alta prioridad involucrarlas activamente en el proceso de planeación ecoturística, a fin de que comprendan plenamente el concepto del ecoturismo y sus requerimientos de conservación. Deben estar totalmente concientes de que el producto ecoturístico que desean vender es frágil y que debe ser cuidadosamente preservado. Asimismo, la industria turística es un recurso vital de información sobre las tendencias fluctuantes de la demanda y un componente clave en las funciones promocionales y mercadotécnicas.

e) ONGs. Muchas organizaciones no gubernamentales, sobre todo las vinculadas con la conservación y el desarrollo sostenible, constituyen un recurso de gran valor para el ecoturismo. Su principal función es ofrecer fuentes de asistencia técnica y financiera a proyectos específicos de ecoturismo (sobre todo en áreas de relevancia ecológica). Asimismo, pueden jugar un rol decisivo en ayudar a definir y dirigir el crecimiento del ecoturismo a futuro. Además pueden desempeñar una función importante como agentes intermediarios entre comunidades locales y desarrolladores turísticos. Finalmente, estos grupos frecuentemente tienen miembros que desean información y orientación sobre asuntos ecoturísticos.

f) Instituciones financieras. A fin de que los parques naturales y las comunidades puedan captar plenamente los beneficios financieros del ecoturismo, en la mayoría de los casos se requerirá el desarrollo de infraestructura física. Para costear dichos desarrollos, se necesitan diversas fuentes de financiamiento. Por tanto, los bancos, corporaciones inversionistas, agencias de desarrollo bilateral y multilateral e inversionistas privados, todos ellos pueden ser protagonistas importantes en la planeación y desarrollo de proyectos ecoturísticos.

g) Los turistas mismos. Desde luego que la fuerza motriz detrás de toda actividad ecoturística la constituyen los consumidores mismos, es decir, los ecoturistas. A fin de cuentas, ellos son quienes deciden dónde y cuándo irán y cuáles actividades recreativas desean llevar a cabo dentro de las áreas protegidas. Por tanto, su pensamiento y preferencias habrán de ser tomados muy en cuenta en cualquier estrategia de planeación del ecoturismo. Asimismo, los consumidores deberán ser educados en relación a los costos y beneficios del ecoturismo a fin de que puedan tomar buenas decisiones de viaje y de hecho participar en esfuerzos conservacionistas mientras viajan. El ecoturista, tras tomar parte en un tour bien organizado, podrá inclusive mejorar muchos de sus hábitos y actitudes respecto del medio ambiente y convertirse en un activo conservacionista.

Resulta interesante señalar que en varios países del mundo, sobre todo en Centro y Sud América, se han creado recientemente cuerpos mixtos denominados Consejos Nacionales de Ecoturismo (CNEs), integrados por representantes de fundamentalmente los siguientes tres sectores: gobierno, ONGs y sector privado (Ceballos-Lascuráin, 1993b, Ashton, 1993). Aunque la estructura y las funciones de estos Consejos varían de un país a otro, en general se puede afirmar que sus prioridades son las siguientes:

- Generar apoyo económico para la conservación y las áreas protegidas, así como para el desarrollo de un turismo sostenible y coadyuvar al impulso socioeconómico de las comunidades rurales locales.

- Establecer programas de capacitación para la empresas turísticas y el personal de las áreas protegidas.

- Contribuir a salvaguardar a las áreas protegidas de un desarrollo no planificado y descontrolado.

- Aportar planes a corto y largo plazo como un esfuerzo conjunto entre sector privado, gobierno y ONGs (incluyendo, en lo posible, a las comunidades locales).

- Establecer métodos y mecanismos que permitan el involucramiento activo de la población residente en el proceso ecoturístico.

- Fomentar que el ecoturismo se convierta en una actividad lucrativa a la vez que sostenible, que coadyuve al desarrollo socioeconómico.

- Coordinar los esfuerzos de ONGs conservacionistas (nacionales e internacionales), agencias de desarrollo bi y multilaterales, el sector privado, comunidades locales y otras partes interesadas, a fin de evitar traslapes, conflictos y confusión.

- Recabar e intercambiar información sobre el ecoturismo y otras modalidades del turismo sostenible.

- Desarrollar una adecuada cooperación internacional dentro de la región con el objeto de establecer políticas análogas e intercambiar información.

Para todas las partes involucradas ha sido evidente que la función más importante de cada CNE es el establecimiento de un foro donde todos los interesados en el proceso ecoturístico puedan sentarse en torno de una misma mesa para discutir asuntos relacionados con el turismo y la conservación. Los CNEs funcionan principalmente como una instancia de coordinación y corresponsabilidad de los sectores e instituciones involucrados directa e indirectamente en la actividad ecoturística. Los Consejos responden a una iniciativa con fuertes bases para promover una amplia participación, diálogo y búsqueda de alternativas para el fortalecimiento y desarrollo integral del país respectivo, a través de un enfoque de turismo responsable. Los grupos creados en cada país centroamericano coincidieron en que los CNEs deberían mantenerse dentro de un ámbito claramente delimitado y no intentar abarcar otros problemas del turismo más allá de los aspectos medioambientales (sobre todo los vinculados con áreas naturales protegidas) y de impactos sobre comunidades.

No hay duda que la clave del éxito que puedan tener los Consejos Nacionales de Ecoturismo yace en la manera en que la organización se haya estructurado y en el nivel de intensidad de trabajo que desplieguen sus integrantes. A continuación se exponen los siguientes lineamientos que pueden coadyuvar al éxito de un CNE:

- El CNE debe circunscribirse a poseer facultades asesoras y no rectoras.

- El grupo debe tener mecanismos financieros para su correcta operación (cuotas de miembros, donaciones, patrocinio por parte de instituciones tanto nacionales como internacionales, etc.), pero deberá mantener su autonomía, a fin de que no sea visto como un instrumento de alguna institución (pública o no).

- El CNE deberá tener una secretaría con personal de tiempo completo, que se encargue de organizar reuniones periódicas, llevar a cabo las acciones que decida el Consejo y conducir la operación cotidiana.

- La estructura del CNE debe mantenerse de manera tal que haya una comunicación abierta y dinámica entre comunidades locales, operadores ecoturísticos, ONGs y los diversos niveles y dependencias de gobierno.

- Cualquier sector representado en el CNE puede proveer el ímpetu para la formación de consejos locales o regionales de ecoturismo.

Podemos afirmar que los CNEs que han sido creados en los diversos países latinoamericanos están teniendo diversos niveles de éxito en su operación y gestión. Lo que es importante recalcar es que constituyen alternativas novedosas y originales para enfrentar de manera sistemática e integral un fenómeno nuevo que es el ecoturismo. Sin el desarrollo de estos mecanismos lo más probable es que continuarían las discusiones frecuentemente bizantinas y los conflictos entre los sectores involucrados, y persistirían las inculpaciones mutuas por la confusión reinante y la ausencia de logros. No ha sido fácil la creación y el arranque de estos organismos. Han implicado la ruptura con estructuras tradicionales (muchas veces ya anquilosadas) y la superación de intereses otrora irreconciliables. Como la problemática del ecoturismo es nueva a nivel mundial, así como novedosos son los CNEs y no probados muchos de sus métodos, es evidente que se cometerán errores al principio y que se requerirá de tiempo para la maduración. Pero no hay peor postura que la inactividad o la indiferencia, por lo que se considera altamente recomendable para todos los países, incluyendo el nuestro, la creación y puesta en marcha de CNEs.

En el caso específico de México, existe actualmente una Comisión Ejecutiva de Turismo, donde están representadas varias instituciones públicas, además de 36 organizaciones privadas (incluyendo algunas ONGs conservacionistas). Se trata de un organismo cuyo objetivo es conocer, atender y resolver los asuntos de naturaleza turística relacionados con la competencia de dos o más dependencias o entidades de la Administración Pública Federal, con lo que se busca armonizar los efectos de los múltiples elementos que influyen en una actividad cuyas posibilidades de desarrollo son enormes. Se recomienda fortalecer a esta Comisión y que se cree dentro de la misma un Grupo de Trabajo (o Subcomisión) abocado a los asuntos de ecoturismo, integrado por representantes de los diversos sectores involucrados.

Esta Subcomisión, como se ha dicho más arriba, no tendría facultades rectoras, sino asesoras. Es decir, su autoridad sería moral, más que oficial. Por razones obvias, trabajaría de manera muy cercana con las actuales SECTUR y SEMARNAP, pero mantendría autonomía en sus acciones y recomendaciones. Sería un organismo de servicio y de asesoría técnica para todos los sectores representados. Se propone que se defina un sistema de cuotas de membresía para su correcta operación. También habría que buscar aportaciones y donativos entre instituciones gubernamentales y ONGs, tanto nacionales como internacionales.

Es recomendable que dicha Subcomisión tenga una presidencia rotatoria (cada año o dos años), a fin de que cada sector tenga la oportunidad (y la responsabilidad) de promover y realizar acciones concretas y de esta manera aliviar la carga y desviar las críticas y condenas hacia un sólo sector (usualmente el público), minimizándose también las inculpaciones mutuas. Sin duda, surgirán problemas (sobre todo en los inicios). Lo importante es que con el tiempo se vaya generando una confianza mutua y se puedan ir apreciando los beneficios mutuos que se espera surjan de esta iniciativa. Habría que evitar redundancias con órganos ya existentes, así como complicaciones burocráticas, buscando a toda costa la flexibilidad y el dinamismo.

En adición al organismo cúpula que se ha propuesto, habría que promover la creación de grupos análogos a nivel local (sobre todo en aquellos sitios o regiones con mayor vocación y potencial ecoturísticos). Es particularmente importante que a nivel local haya una concertación adecuada entre autoridades municipales, estatales y federales. También deberá propiciarse que existan vínculos funcionales muy estrechos con cuerpos como la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles (AMHM), Asociación Mexicana de Operadores Turísticos (AMDETUR), Asociación Mexicana de Agentes de Viajes (AMAV), y Asociación de Turismo Alternativo y Ecoturismo (ésta última de muy reciente creación), a fin de que unan esfuerzos y tengan una participación coordinada en la Subcomisión que se propone crear.

Un asunto vital en la vinculación entre áreas protegidas y el turismo es el relativo a la jurisdicción. Aunque un área protegida es normalmente gestionada (al menos en teoría) por una organización administrativa y bajo un conjunto establecido de políticas y normas, las tierras circundantes o contiguas frecuentemente se encuentran bajo el control y propiedad de diferentes instancias tanto del sector público como del privado. Pueden surgir conflictos cuando las empresas inician desarrollos sin la adecuada sensibilidad a las condiciones locales. También es frecuente que surjan conflictos entre residentes locales y desarrolladores turísticos. Un defecto usual es que la planeación de una región que incluye a un área protegida no se lleva a cabo de manera integral. Las empresas privadas frecuentemente planean y desarrollan sobre una base demasiado específica en cuanto a su sitio individual. Los parques naturales a veces llevan a cabo sus tareas de planificación sólo a nivel interno, ignorando o soslayando el entorno circundante. Estos procesos resultan por lo regular en un desarrollo insostenible, produciéndose congestiones turísticas, erosión de recursos y una experiencia menos que satisfactoria para los visitantes. Todos estos problemas pueden ser resueltos, pero requieren de una planeación regional integral, como ya hemos visto en el Capítulo 6.

Para el caso específico de México, habrá que buscar mecanismos para que las comunidades locales, incluyendo las indígenas, participen en el proceso de planeación y desarrollo de cualquier actividad ecoturística que se vaya a llevar a cabo en su localidad, desde el inicio mismo de las actividades preliminares. Este tema se trata en mayor detalle en la Sección 8.

Resumiendo, las iniciativas ecoturísticas deberán estar vinculadas tanto con un desarrollo rural adecuado como con un manejo sano de los sitios de atracción. En muchas áreas su gestión puede reforzarse mediante la cooperación y apoyo financiero de las operaciones de ecoturismo. Las concesiones no habrán de otorgarse hasta que no exista una capacidad administrativa comprobable. Puede ser tentador para algunas empresas turísticas el proceder por su cuenta donde las agencias gubernamentales tienen poca representatividad o eficiencia o carecen de un presupuesto adecuado. A la larga, sólo una eficaz colaboración entre todas las partes interesadas, es decir, la gente local, las agencias públicas encargadas de los recursos naturales y el turismo, las ONGs y operadores ecoturísticos selectos, podrá verdaderamente institucionalizar la protección de una área.

En una región que constituye un destino ecoturístico normalmente se encuentran involucrados un gran número de partes interesadas y autoridades competentes, por lo que se requerirán mecanismos de vinculación y coordinación a fin de lograr una integración de autoridades. Por ejemplo, aquellas entidades oficiales vinculadas con carreteras, aeropuertos, áreas protegidas, infraestructura y servicios locales (de agua potable, drenaje y alcantarillado, tratamiento de basuras, policía, bomberos, etc.) deberán tener la habilidad suficiente para colaborar adecuadamente con el sector turístico cuando se requiera tomar decisiones sobre planes y proyectos de desarrollo turístico.

Es pertinente señalar que las comunidades y autoridades locales deberán estar bien preparadas para las amenazas potenciales de aquellos inversionistas que ven oportunidades de desarrollo pero carecen de sensibilidad por los valores locales. Dicha preparación puede incluir la obtención de apoyos financieros específicos, así como el establecimiento de pautas de planificación para proteger los valores naturales y culturales locales y para desarrollar un turismo sostenible. En aquellos destinos ecoturísticos que incluyen a áreas protegidas, las empresas comerciales que obtienen beneficios económicos a partir de los visitantes a dichas áreas deberán aportar un apoyo financiero al parque en cuestión.

Por el hecho de que muchas áreas protegidas atraen a un número significativo de turistas, dichas áreas son esenciales para el éxito económico del sector turístico. De manera de evitar la confusión y el desencanto entre los visitantes, todas las actividades promocionales y de información hacia un destino ecoturístico deberán ser hábilmente coordinadas. Al participar en la planeación conjunta de dichos programas, el sector privado puede coadyuvar a evitar usos inadecuados de las áreas protegidas.

 

 



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