Corria el año 1993. (*)Yo era Socio
Gerente del Grupo Qimey-Quipan, una agencia de turismo especializada en
organizar salidas de Trekking, Ecoturismo, Turismo Aventura. Todo andaba
bien. No ganabamos mucha plata ni tampoco perdíamos. Sólo
sobrevíviamos. Un día a mi socio Saúl se le ocurrió ascender una
montaña de más de 5.000 m. de altura con un grupo de sus mejores
amigos. La idea sonaba interesante y sería, también, una nueva
experiencia. Me fui entusiasmando. El cerro a subir se llamaba "El
Bolsón" de aproximadamente 5.500 msnm. que forma parte
de los cerros más altos de los Nevados del Aconquija, límite
natural entre las provincias de Tucumán y Catamarca. Hicimos algunas
reuniones y el grupo se fue formando con algunos amigos/as y clientes de
la agencia. Saúl sería el jefe de la expedición. Se eligió como
período más benigno para la ascención la primavera ya que las
temperaturas serían más agradables y se evitaban las lluvias de
verano. El viaje duraría una semana ya que a Saúl no le daban más
días en su trabajo en la Administración Pública.
1º error: salir a la montaña con
los días contados... sin preveer posibles inconvenientes. Partimos en
micro desde Retiro hacia Tucumán.
2º error: no hicimos ningún entrenamiento ni preparación
física en especial. Confiábamos en nuestra juventud y experiencia en
Trekking.
Arribamos a San Miguel de Tucumán. Nos encontramos con Pedro
(quien haría el apoyo logistico), Juan y Carlos quienes oficiarían de
"guías locales" (guía es un decir ya que los muchachos nunca
cobraron nada). Almorzamos. Tomamos otro ómnibus, que pasa por
Concepción y sigue hasta Tinogasta, del cual llenamos toda su canasta
del techo con equipos y bultos... ¿No serán muchas cosas?. Nos bajamos
en el Campamento Educativo Río Cochuna donde pasaríamos nuestra
primera noche. Agotados de tanto viaje nos fuimos a dormir sin mucho
prolegómeno.
Primer día: Me despierta un alboroto. Parece que hay
problemas... reunión general de todo el grupo. Me entero que el
baqueano que iba a transportar todo el equipo nos quiere cobrar como $
1.000.
¿Está loco?. Es casi un 70% más de lo pactado. Un poco de discusión
y la decisión final cae de madura: haremos nosotros de mulas de
carga.Este cambio de planes nos lleva toda la mañana en revisar el
equipo y la comida para ver que dejamos y que llevamos. Hecha una
primera selección cargamos las mochilas, nos ponemos las bermudas, el
sombrero para el Sol y las "Alpargatas" (los guías nos habian
advertido que el camino era barroso y había que cruzar numerosos
arroyos).
El plan de ascensión era el siguiente:
el 1º día alcanzar la mítica Laguna del Tesoro caminando
por la Selva de las Yungas;
el 2º día trepar, transitando por bosques de Alisos y Pinos del
Cerro, hasta alcanzar los pastizales de altura (en donde se preveía
tener los primeros síntomas de apunamiento) y pernoctar cerca de una
vertiente en donde tendríamos el agua asegurada;
al tercer día alcanzaríamos el "Circo Glaciario" y el
ambiente Alto-Andino en donde montaríamos un campamento base desde
donde intentaríamos atacar la cumbre. En los papeles todo sonaba ideal:
incluso pasaríamos por los pisos altitudinales en los que se distribuye
la vegetación pudiendo observar los cambios que sufre la misma a medida
que ganamos altura. Lastima que cometimos el
3º error: no hacer aclimatación.
Algunos de nosostros pensábamos que con un ascenso rápido
burlaríamos al mal de altura, puna o soroche. Subiríamos. Haríamos
cumbre y bajaríamos todos contentos. ¡Mentira!. El cuerpo necesita
adaptación. Pedro, con su Jeep, trasladó todas las mochilas hasta un
puesto cerca del límite con Catamarca. Nosostros tomamos el micro que
va hasta Tinogasta. Luego de serpentear por un camino de cornisa que
trepa la montaña y algo mareados nos bajamos del micro pasando el
límite interprovincial teniendo buena parte de la subida del 1º día
ya hecha. Descendemos por una huella hasta un puesto en donde nos
esperan las mochilas. Si bien vamos bastante cargados el sendero no
presenta dificultades técnicas. Hay muchos caminitos y todos llevan a
la Laguna. Del barro ni que hablar: ¡esta todo re-seco! También...
hace meses que no llueve. Además, a los arroyos se los puede cruzar
facilmente por puentes precarios de troncos. Seguimos ascendiendo
alternativamente por valles en donde la vegetación selvática está
toda marchita y muy seca o por el cauce pedregoso de los arroyos. En un
momento observamos como la ladera de un cerro era quemada y al rato
estábamos charlando con los lugareños causantes del incendio. ¿Cómo
explicarles que estas quemas son perjudiciales para el ambiente...? que
la deforestación...? que el efecto invernadero? si ellos ven que
quemando crecen pastos tiernos para sus animales. Por fin, al atardecer,
llegamos a la Laguna del Tesoro: su nombre deriva de la creencia que los
indigenas, al huir de los conquistadores, arrojaron sus riquezas al
fondo de la laguna. A pesar de las numerosas expediciones de buceo que
exploraron la misma, nunca se encontró nada. No obstante los reflejos
brillantes que se observan en el espejo de agua siguen alimentando la
leyenda. Montamos campamento cerca de un puesto con corrales y muchos
caballos y recorremos un poco el área. Fogón bajo techo. Charla... y a
dormir. Segundo día: A medida que el Sol asciende va iluminando
paulatinamente todo el flanco occidental de los Nevados del Aconquija.
Las cumbres aparecen borrosas, envueltas en una nube muy tenue. No
parecen nubes comunes sino que deduzco que son nubes de hollín y polvo
provenientes de las quemas constantes de porciones de selva y de las
chimeneas de los ingenios azucareros. Las distancias aparecen
inmensas... inconmensurables. Por suerte hemos conseguido dos nuevos
baqueanos con sus caballos. Llevarán parte del equipo más pesado y el
resto lo cargaremos nosostros. Nuevamente hacemos una selección de
comida:
4º error: hemos traido comida como
para una excursión de trekking y no para una expedición de alta
montaña.
De este error nos daríamos cuenta más tarde. Carlos, uno de los
guías, apunta una frase fatídica: _ "Lleven una cantimplora cada
dos personas porque en el trayecto hay mucha agua". Pienso un poco,
dudo... pero ante la posibilidad de cargar menos peso le hago caso.
5º error: en alta montaña
la deshidratación es mayor por lo que hay que beber aproximadamente 6
litros diarios. Ovbiamente no teníamos experiencia y esto no lo
sabíamos.
Partimos. Cruzamos un primer arroyo y seguimos ascendiendo lentamente
por el "pedemonte". Atravesamos un único bosque de Quenoa
(árbol autóctono en peligro de extinción). Las imágenes son
deprimentes: árboles talados, otros están siendo utilizados como
postes para alambrar un sector y sólo unos pocos permanecen en pie.
Ahora cambío la pendiente: es mucho más empinada por lo que hay que
subir en zig-zag siguiendo un sendero. El ambiente va cambiando:
pastizales que se van entremezclando con los alisos. Más arriba un
bosque de alisos totalmente quemado. ¡Urgentemente se necesita un
Parque Nacional en esta zona!. El bosque se acaba y da paso al pastizal.
Descansamos. Comemos algo y estamos de muy buen ánimo. Lástima la
bruma que no permite la buena fotografía de los valles. Llegamos a un
primer filo y la vista hacia arriba sigue brumosa. Continuamos
ascendiendo. Los guias locales nos suguieren a cada rato ir despacio,
frenar el ímpetu. Yo no les hago mucho caso. Estoy confiado y me siento
bien.
6º error: no hacer caso al
que tiene mayor experiencia. Los baqueanos apuntan que unos metros
más arriba hay una zona de Puna.
Eduardo es el primero en palmar: dolor de cabeza y cansancio físico.
Monta en un caballo que lo transporta hasta el primer
campamento.Acampamos en las cercanias de un arroyo... que por supuesto
está muy seco. Una primera señal de alarma que el de la frase
fatídica se había equivocado. Por suerte los baqueanos van en busca de
una segunda vertiente para traer agua. Cocinamos y nos hidratamos sin
problemas. A la noche cada uno a su carpa salvo los baqueanos que arman
su cama con los recados de los caballos.
Tercer día: Amanece con una pequeña nevisca. Los sobretechos
muestran sus marquitas blancas. Entre las nubes que se disipan aparece
una cumbre. _ ¡Guauu!!. Parece el ShishaPangma... nos alucinamos
creyendonos en los Himalayas. Desayunamos. El ánimo es de los mejores.
Hoy los baqueanos nos acompañarán hasta donde puedan. Aducen que más
adelante el terrenos tiene muchas piedras y estas pueden lastimar a los
caballos. Bueno... mejor que nada es. El ascenso continúa. La mochila
no tan llena y cada uno con sus propios pensamientos marcha en silencio.
Las distancias son enormes. Como nunca me imaginé. No estamos en Sierra
de la Ventana ni en la Coordillera Patagónica... estamos en el
Aconquija... en el norte argentino. Trato de ponerme metas cortas.
Caminar hasta la otra piedra. Seguir hasta la proxima pirca... y así
sucesivamente. Desgraciadamente sigo muy confiado en la "no
puna" y camino rápido. No hay senda pero el pastizal es ralo y la
subida es constante pero no empinada. Por fin, cerca del mediodia
alcanzamos la vertiente: apenas unos hilitos de agua y una vegetación
herbácea muy verde los rodea. No se puede ni siquiera cargar las
cantimploras apoyando la boca de estas contra la piedra. Con un papel
aluminizado de un chocolate improvisamos un pequeño vertedero para así
cargar nuestras vacias cantimploras. Ahh... que rica el agua. La
garganta seca vuelve a refrescarse... los labios partidos se humedecen
con la fresca agua. Tomamos una cantimplora tras otra para hidratarnos
bien. Hay que acumular mucha agua porque no sabemos donde hay más. El
cuerpo vuelve a hidratarse y volvemos a orinar. También regresa el
hambre. Comemos... creo que una latas con pate, papitas
"Pringles" salamines y una mini picada.
7º error: mala alimentación:
muchas grasas dificiles de digerir y pocos hidratos de carbono.
El envase de Pringles sirvió como segunda cantimplora. Lo bueno es
que el agua transportada en él me aportó sales. Ya a la tarde
arribamos hasta el punto donde los baqueanos deciden regresar. Descargan
las pesadas bolsas de arpillera y repartimos entre todos las nuevas
cosas para cargar. Vemos que todo no entra y decidimos dejar bastante
comida. Marcamos el lugar con una gran pirca para recoger todo a la
vuelta. Seguimos la marcha. Juan nos anuncia que más adelante tenemos
otra zona con Puna. Parece mentira pero me empieza a doler la cabeza
(primer síntoma del apunamiento). Como ya es tarde y es tiempo de
acampar decidimos descender varios metros con el objetivo de descansar
mejor. Bajamos directamente por la ladera hasta una quebrada y volvemos
a ascender al filo de enfrente donde hay un pequeño sector plano donde
montamos las carpas. No hay agua. Mientras montamos con Aparicio mi
carpa "made in casa" el "guía de la frase
fatidica"anuncia que está apunado, que le duele la cabeza y que
esto ya lo vivió... que ya sabe como es y que para qué vivirlo de
nuevo... En pocos minutos prepara su equipo y se manda a mudar. La
situación es la siguiente: estamos bien aunque algo cansados (sobre
todo las dos chicas del grupo). Con un guía menos pero muy
deshidratados. Empezamos con Aparicio a racionar el agua. Nos queda
media cantimplora de 1,5 litro y esta debe aguantar hasta cuando
lleguemos al agua... mañana por la tarde. Hoy me toca cocinar a mi. No
recuerdo si prepare algo caliente tipo sopa o fideos o, para ahorrar
agua, comimos comida fría (latas). El tema que al no beber tampoco
tengo hambre y si uno no se alimenta tiene menos energía.
8º error: en una salida de alta
montaña se debe comer aunque no se tenga hambre.
Cuarto día: El objetivo de hoy es llegar al "circo
glaciario" que ya se divisa. Para ello debemos seguir subiendo por
el filo hasta alcanzar las nacientes de la quebrada, cruzarla, y así
sucesivamente, con las siguientes quebradas... siempre en dirección
norte. Y bueno, un nuevo día comienza, habrá que caminarlo casi sin
agua. Con las mochilas cargadas seguimos avanzando... siempre en
silencio, tratando de ahorrar energías. Paramos a almorzar. Decidimos
hacer sopa para hidratarnos pero no tenemos agua. Derretimos nieve
mezclada con pasto y tierra. El resultado es una sopa asquerosa, turbia
y con sabor a quemado. El esfuerzo y la falta de agua van minando mi
ánimo. Voy refunfuñando y protestando. Para colmo la ladera es muy
empinada y debemos faldearla. Como no hay sendero un pie va más elevado
que el otro y el riesgo de torcedura aumenta. Diviso un caminito usado
por los guanacos. Sugiero al guía ir por ellos ya que caminariamos con
menor dificultad y, además, van en el sentido hacia donde nosostros
vamos. El guía no me hace caso. Decido separarme y hacer la mia.
9º error: separarse del grupo.
Alcanzo un caminito y... aleluya!! Se camina barbaro. Igualmente no
me alejo demasiado del grupo y mantengo contacto visual. La cabeza se me
parte y el dolor no cede con aspirina. También ya no sudo más ni
tampoco orino. Debo ya estar en el síntoma tres de puna. Hasta tomo
agua que se acumula en las oquedades de las piedras. Mi mente tampoco me
acompaña ya que desafío abiertamente cada decisión del guía y
protesto por los lugares por donde nos hace ir. Siempre parece que
hubiera un lugar mejor. Luego de mucho caminar casi llegamos al circo.
En él la naciente de un río. El agua corre por debajo de un angosto y
largo planchón de nieve. Nos avalanzamos sobre el líquido elemento
hasta artarnos. El guía decide seguir un poco más. Yo protesto: este
es un excelente lugar para acampar. Plano, cerca del agua y... ni bola.
Sigue caminando y todos lo siguen. Pienso armar la carpa acá ya que ya
no doy más. Recapacito y hago el último esfuerzo con la mochila para
no separarme del grupo. Ya casi de noche montamos el soñado campamento
base en una pequeña hondonada. Para buscar agua hay que trepar y luego
descender por un acarreo de piedras. Para regresar al campamento hay que
hacer el trámite inverso. Pensar que en el otro lugar todo esto no se
haría me pone muy mal y sigo aislándome del grupo y protestando. Estoy
realmente molido, apunado y encima tengo que hacer esfuerzos para buscar
agua. Con movimientos muy lentos y pausados realizo la operación
"agua". No hay ánimo para cocinar. Tengo hambre y decido
prepararme una sopita "Quick" doble. No quiero esperar hasta
la hora de comer. Quiero hidratarme e irme a dormir lo antes posible.
Para colmo tengo que luchar contra el maldito calentador
"Coleman": hay que bombear como 100 veces para que el
aparatejo tome presión y a cada rato se apaga. ¡Que calentador de
porquería!!. Me voy a dormir. Me cuesta conciliar el sueño. Escucho a
mis compañeros de expedición comentando sobre mi apunamiento... y que
no voy a llegar. En mi interior me pongo la meta de alcanzar la cumbre
cueste lo que cueste. Medito sobre esto toda la noche y no puedo dormir.
Mañana es el gran día.
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