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 (24) :


El Arte Rupestre andino como expresión 
de prácticas shamánicas

Dr. Juan Schobinger
Profesor Emérito de (Mendoza) la Universidad Nacional de Cuyo

Ponencia presentada en las Jornadas internacionales de Arte Rupestre. 
Salta, 1 y 2 de octubre de 1997
Redacción y compaginación : Christian Vitry E-Mail: vitrychf@unsa.edu.ar

 

 Juan Schobinger inició su disertación citando algunos párrafos del libro de su autoría recientemente publicado (Schobinger Juan [compilador]. 1997. "Shamanismo Sudamericano". Almagesto. Buenos Aires), específicamente de la introducción realizada por Juan Adolfo Vázquez, quien precisa una serie de definiciones y aclaraciones respecto a la figura del shamán y al shamanismo en general.

     "...La palabra "chamanismo" se refiere a las prácticas religiosas del "chamán", por su parte, se introdujo en las lenguas europeas a través del ruso, que la tomó del tungús saman. Según algunos autores saman se relaciona con el sánscrito sramana y el pali samana, que significan "monje mendicante" ; pero el término tungús saman tiene otro sentido, como se advierte en su derivación moderna "chamanismo" que, aplicado al ámbito siberiano, a principios del siglo XX era definido como una religión de dioses menores, entendiendo por tales a espíritus, demonios y otros seres sobrenaturales. [...] En muchos de los casos estudiados la conducta del chamán se parece a la del sacerdote, por su participación en ritos, particularmente sacrificios ; a la del curandero (medicine man), por sus conocimientos terapéuticos ; a la del mago o brujo (witch doctor), por su capacidad de realizar proezas como la de caminar sobre las brasas sin quemarse ; y a la del místico, por su dominio de la técnicas del éxtasis. Pero solo a mediados del siglo XX se hizo el intento de cifrar todas las características del chamanismo en una tipología unitaria que abarque tanto las experiencias de los chamanes siberianos como la de otros especialistas en procedimiento de acceso espiritual a realidades sobrenaturales, distinguiendo lo esencial de lo accidental. [...] Es evidente que alguna de las dificultades principales para la comprensión de los fenómenos chamánicos proceden de ideas y valoraciones europeas de origen cristiano o moderno, que solo admiten la sacralidad de lo espiritual como algo exclusivo del cristianismo o que niegan la existencia de toda experiencia espiritual, reduciéndola a un epifenómeno de procesos biológicos o psicofísicos. Es necesario, entonces, someternos a una especia de catarsis intelectual o limpieza de prejuicios como la que recomienda la epojé fenomenológica, para despojarnos de ideas y valoraciones que se adhieren como equívocos o negativos rótulos semánticos a los hechos que deberíamos examinar. Tenemos que esforzarnos por ver y juzgar las cosas como las sienten y expresan quienes en realidad las experimentan, y como las entienden los demás miembros de su grupo, pues las declaraciones del chamán acerca de sus propias vivencias están condicionadas por las formas lingüísticas y la visión del mundo de su comunidad. [...] Lo que define al chamán como tal, tenga o no las características del sacerdote, el curandero, el hechicero, el psicópata o el epiléptico, es una dimensión típicamente religiosa, que lo lleva a un mundo que en la cultura europea tradicional se llama "sobrenatural" y suele recibir el nombre de "sagrado" por su referencia a potencias superiores al hombre normal. En efecto, el chamán tiene la capacidad de entrar en éxtasis, es decir, de alcanzar un estado de trance en el que se produce una especie de separación de las facultades anímicas con respecto a las del cuerpo, según modalidades estudiadas por la psicología de la religión, la fenomenología de la religión, la historia comparada de las religiones, y otras ciencias. Según se desprende de tales investigaciones, el chamán ingresa a un orbe de potencias que han sido llamadas "espíritus", "demonios", "dioses menores", todas ellas denominaciones equívocas ; pero de cualquier modo que se las llame parece que el chamán, efectivamente, tiene algún trámite con realidades mentadas por tales nombres. [...] Acaso se dirá que todo lo que estoy diciendo es una locura, que la única realidad es ésta. Pero no es necesario echar mano a las conclusiones de la psicología moderna. Por nuestra propia experiencia podemos admitir que todos solemos, de una u otra manera, alcanzar otra realidad. Viajar, en el sentido corriente de esta palabra, es ya un modo de dejar atrás un mundo para entrar en otro : ver otro país, otras personas, otra cultura. Y también el cultivo de las artes, aún las de nuestra propia civilización, y el hecho de participar como actores o espectadores en el mundo de la literatura, la danza, la pintura, y aun de la ciencia y la filosofía, con sus construcciones teóricas, son maneras de salir de la prosaica situación inmediata para ingresar a otros modos de ser, en los que el tiempo y las cosas pasan de otra manera.

 


          GRAFICO 1

Antropomorfo con cabeza aureolada sencilla. Posible representación de un shamán en estado de trance. Zona de los Valles Calchaquíes. Edad indeterminada.
(Según calco del Museo Arqueológico de Salta)

 


       GRAFICO 2

Uno de los motivos grabados en la roca de La Ovejería (San Pedro de Colalao, prov. de Tucumán) Antropomorfo larvario con cabeza radiante. Atribuido a la cultura de La Candelaria, aprox. 0-1000 (Relevamiento del autor)

 


GRAFICO 3

GRAFICOS 3 y 4
Dos motivos de los petroglifos de Abra de Romero (zona de la Quebrada del Toro, prov. de Salta) Cabeza felínica de perfil y cabeza mascariforma somple. Edad indeterminada (Redibujado según Raffino
)

 


GRAFICO 4

GRAFICOS 5 a 7
Motivos shamánicos del arte rupestre de Norteamérica, grabados sobre bloques basálticos en la zona de Three Rivers, Nuevo México.



GRAFICO 7

Gráfico 7: planta de maíz, nube escalonada y ave. Adscriptos al "estilo jornada". Aprox. 1000-1500


GRAFICO 5

Gráfico 5: aves que rodean al motivo escalonado


GRAFICO 6

Gráfico 6: aves de alas escalonadas, impronta de pie y motivos circulares, uno de ellos posible símbolo solar (según Schaafsma)

 

     La experiencia del chamán en su viaje extático es, sin duda, diferente de todo ello, pero no totalmente distinta de la que buscamos en nuestras pesquisas de otro mundo -en la que a veces vivimos absortos, ajenos a lo contiguo-, que consideramos también como reales. Así como nosotros podemos olvidarnos del entorno en la sala de cine o del concierto, y después de la función volver a la presencia de las viejas realidades humildes, el chamán, según coincidentes testimonios, puede viajar a remotas comarcas celestes y regresar de ellas.

     Es verdad que para realizar sus experiencias extáticas el chamán debe someterse previamente a un proceso iniciático, diferente del que solemos practicar durante el aprendizaje de nuestras profesiones, pero no del todo distinto de los que ejercitan los religiosos en su ascetismo. [...] La experiencia del chamán en el mundo de las potencias sobrehumanas está documentada por las actuales investigaciones de la arqueología, que sugieren que el chamanismo era una técnica espiritual conocida por el hombre prehistórico, y por la etnografía, que muestra que es practicado todavía por algunos de nuestros semiolvidados contemporáneos, indígenas de la Argentina y Chile."


A continuación el Dr. Juan Schobinger prosiguió su disertación con una rica variedad de diapositivas que la ilustraron. Transcribimos algunas precisiones y comentarios de la ponencia de Schobinger, la cual se basó en su última publicación anteriormente citada.

     Tomando como marco de referencia el proceso de cambio paulatino de la mentalidad humana, desde el estado "arcaico" (correspondiente al nivel cultural Protolítico) pasando por el "mágico" y el "mítico", hasta es estadio "mental" que caracteriza básicamente a nuestra civilización occidental según Gebsner, digamos que los primeros atisbos de shamanismo se darían en el Paleolítico Superior euroasiático, asociado a las primeras prácticas de iniciación, y también (aunque no necesariamente) a las primeras prácticas mágicas.

     Si bien el shamanismo se da en su forma prototípica - para nuestra observación actual- entre pueblos cazadores del Asia, formas o variantes de él se dan también entre pueblos americanos que se encuentran en el estadio agrícola (ejemplo cercano : mapuches o araucanos). Ello sugiere que el shamanismo está asociado, mas que a una forma exterior de cultura o de economía, a un tipo de mentalidad. Se ha dicho que la religiosidad americana es de naturaleza esencialmente shamanística, y esto explicaría que hasta en las altas culturas se trasluzcan ritos de este tipo (excluyendo empero las fases imperiales del Período Tardío).

     Consideramos que el shamanismo surge en el Asia y en América como un intento, mediante técnicas mas o menos artificiales, de recuperar un contacto intimo con el mundo y sus fuerzas inmanentes (consideradas como divinas), que se había dado naturalmente en las etapas mas antiguas de la humanidad. Aunque de un nivel mas "primitivo" que los ritos de iniciación vigentes en las culturas del Mediterráneo y del oeste de Asia, el shamanismo (en sentido amplio) también da origen a un peculiar esoterismo americano, cuyas manifestaciones pueden detectarse tanto en las culturas templarias ("cultistas") de Mesoamérica y Perú (olmecas, Chavín, etc.), como en algunas culturas de nivel "medio" (agro-alfareras) del área andina meridional y de la cuenca amazónica.

     La ingestión o inhalación -por distintas vías- de sustancias alucinógenas especialmente preparadas no forma parte esencial de la iniciación shamánica. ¨Cómo se explica, sin embargo, el auge que según las investigaciones de los últimos años ha tenido, y aún tiene, la utilización ritual de esas sustancias entre los indígenas americanos ? ¨Basta con la comprobación de que los pueblos amerindios usan o han usado por lo menos 80 drogas con propiedades alucinógenas tomadas de las numerosas especies vegetales americanas que las contienen, mientras que en el Viejo Mundo se conocían 6 o 7 ? La explicación mas convincente tiene como base los grandes cambios psicológicos postulados por J. Gebser y otros autores : avanzado el proceso general de individuación (y consiguientemente de pérdida del sentimiento de inmersión en la naturaleza y el cosmos), que culminan hacia el primer milenio a.C., se recurre en grado creciente al consumos de sustancias alucinógenas obtenidas de las citadas especies vegetales, como medio para restablecer el contacto con las fuerzas divinas. Se trata así de reforzar las "técnicas arcaicas del éxtasis" de las que habla Eliade (1976). Este autor objeta la utilización de esas sustancias en cuanto significa una desnaturalización del "puro trance". Comparando con las prácticas iniciáticas del Asia y del Mediterráneo, se trataría de una forma "decadente" (Wellman, 1981). Sin embargo, este juicio absolutista corresponde mas al punto de vista de un historiador de las religiones clásicas que al de un antropólogo. Este último reconocerá la validez de las técnicas alucinógenas en la medida en que formen parte auténtica de cada cultura y/o grupo social, y signifique un medio positivo para satisfacer sus necesidades. Esto no sucede en nuestra propia cultura, dado que de acuerdo con el : estadio mental" en que nos encontramos (con desarrollo pleno de la conciencia del yo individual), poseemos fuertes condicionamientos psicológicos en contra de los fenómenos parapsíquicos en general. Y cuando se consumen drogas, no se logra ni una liberación ni un acercamiento a las fuerzas divinas, sino una disociación de la personalidad junto con caídas en estados regresivos ; lo cual no impide que en ciertos casos experimentales se hayan logrado trances o visiones similares a lo que describen algunos pueblos etnográficos.

     Esta búsqueda del origen la han sentido muchos pueblos antiguos, que decían que sus antepasados originarios vivían "de cara" a las divinidades. También decían que éstas se habían alejado del mundo terrestre, otra forma de percibir lo que aquí hemos admitido como trasfondo psicológico general en el proceso, definible como la paulatina adquisición de la conciencia del yo individual paralela a la pérdida de las facultades intuitivas o de clarividencia., lo que a su vez llevó a la sensación de separación del hombre respecto de la naturaleza.

Por ejemplo en Colombia existe un árbol que lo llaman "de la borrachera", esto indica la visión que tenían los españoles desde afuera de los trances shamánicos que pudieron ver durante la época de la conquista. También hay datos y relatos en nuestro país de los cronistas, de los sacerdotes que vinieron a evangelizar, quienes hablan de las terribles borracheras en las cuales se les aparecían el demonio, o sea, esos espíritus, esos seres, esas fuerzas interpretadas por los españoles desde afuera tenían relación con las fuerzas del mal, es decir del diablo ; entonces eso se equiparaba a cualquier borrachera de algún español, cosa que evidentemente no se puede poner en el mismo plano, ni tampoco se puede equiparar los trances de los shamanes etnográficos actuales o arqueológicos con el caso que se da en nuestra civilización, de personas que por equis razones consumen drogas, de ningún modo se puede equiparar por que una cosa es hacerlo en un contexto ritual y con fines benéficos, curativos o de contacto intimo con las divinidades, en cambio en nuestra civilización el consumo de drogas representa lo contrario, es caer en la enfermedad y eventualmente en la muerte, eso desde ya quiero aclararlo porque a veces han habido discusiones, yo diría incluso el famoso etnólogo Castaneda en sus libros de gran valor literario en algún momento sugiere que nosotros también deberíamos tomar drogas para llegar a desarrollarnos espiritualmente, y eso evidentemente en nuestra civilización es todo lo contrario, no es así ; debemos de buscar lo espiritual por métodos espirituales y no métodos tomados de otros pueblos, no inferiores a nosotros, pero si distintos, una mentalidad distinta, eso que los antropólogos llaman "la mentalidad arcaica" y que es la mente, algo muy interesante para estudiar, y lo que vemos que en el fondo, ellos también, a su modo tenían una profunda espiritualidad.

     Uno de los aspectos que estudió Reichel-Dolmatoff es el trance o el encuentro del shamán con el jaguar, justamente uno de sus libros se llama "El chamán y el Jaguar", que efectivamente se trata de una percepción muy fuerte que en determinado momento de su éxtasis sienten los shamanes de la selva colombiana, y él lo toma al jaguar, sobre todo el felino en general ha tenido importancia simbólica muy grande en muchas culturas del continente americano, entonces a él le ha surgido un elemento de comparación. Y si vamos hacia atrás, es posible que hasta culturas cazadoras ya hayan de algún modo sentido eso. El Profesor Ing. Cardich al estudiar las cuevas de la Estancia El Ceibo, en la patagonia descubrió además de los clásicos guanacos que son tan frecuentes en el arte rupestre patagónico, también varias figuras de grandes felinos como aquel de dos metros de largo y que, especialistas paleontólogos opinaron que se trata de un felino actualmente extinguido en la patagonia hace varios miles de años, por lo que esa pintura puede tener fácilmente siete, ocho o nueve mil años. Eso puede ser un antecedente dejado lo que después ya en las culturas agrícolas, sobre todo en el área andina, se manifiesta muy notablemente.

     Vamos a hacer un salto e ir al Perú y, en el seno de los comienzos de la civilización peruana que como se sabe comienza con los templos precerámicos hace más de cuatro mil años, en un momento dado hay todo un proceso con edificaciones, de construcción de lugares rituales que a su vez implican el surgimiento de una clase sacerdotal muy influyente, por ejemplo esos centros anteriores a Chavín donde tenemos murales con representaciones felínicas. Eso después se acentúa con el tiempo, por ejemplo en el templo de Chavín en el cruce de dos galerías está el muy conocido "Lanzón", esa gran piedra de más de cuatro metros de altura que por su forma, como un gran cuchillo clavado en el suelo se llama así, allí está la figura muy monstruosa de un ser básicamente humano pero con cabellos de serpiente, con garras y grandes dientes de felino, es decir la combinación de la figura humana con la felínica, pero también la serpiente y en otros monumentos de Chavín con tipos de águilas y caimanes de las zonas selváticas, estos conforman una estructura compleja y simbólica.

Esta primera gran cultura se extiende por todo el norte de Perú y llega también al sur, hasta Paracas. Existen extraordinarios textiles donde se caracterizan estos personajes que estarían representando experiencias shamánicas, algunos muestran garras de aves que estarían asociadas con el vuelo del shamán, producidas tal vez por sustancias psicotrópicas ; otras figuras tienen especies de líneas que salen de la cabeza a veces serpentiforme, que siempre tienen que ver un poco con líneas de fuerza, energías, y además sosteniendo una vez más aves, se observa en estos dibujos que serpientes le salen del costado. Muchas veces, en formas más simples vemos esto representado en petroglifos.

     Recordemos entonces que estamos hablando de sitios y pueblos y sitios arqueológicos del área andina, del Perú sobre todo, extendiéndose luego hacia el noroeste y oeste de la Argentina que es donde vamos a tomar los ejemplos de arte rupestre relacionables con lo que llamamos genéricamente shamanismo.

     Todo lo dicho puede servir de trasfondo para una interpretación del arte rupestre del norte y centro de Chile, noroeste y oeste de la Argentina, que junto con el sur de Bolivia integran culturalmente el +rea Andina Meridional. Salvo algunas manifestaciones atribuidas a los cazadores tardíos (Cordillera de Arica, alto río Loa), estas obras pueden ser atribuidas a los pueblos agrícolas y pastoriles que desde unos 600 a.C. habitaron estas regiones montañosas y semiáridas, hasta el momento de la conquista incaica en el siglo XV. Hábiles artesanos y excelentes ceramistas, estos pueblos no llegaron a desarrollar el nivel de culturas urbanas o estatales. Las prácticas shamánicas están aquí atestiguadas ya en un momento transicional precerámico, con el notable hallazgo, informado por Alicia Fernández Distel, de un enterratorio cuyo ajuar presenta esas características, en la cueva III de Huachichocana (provincia de Jujuy, ca. 1400 a.C.). Grandes pipas tubulares de piedra y hueso atestiguan que ya entonces se utilizaban métodos psicobotánicos para entrar en trance.

     Llama la atención que entre los grupos agroalfareros tempranos de comienzos de nuestra era exista uno en el Valle de Tafí (Tucumán) que erigió numerosos "menhires", es decir monolitos de hasta unos 2,50 m de altura, en parte grabados con diseños abstractos y también con rostros esquemáticos que en algunos casos insinúan una forma felínica. Reflejo lejano de la estatuaria de las culturas "formativas" del área Andina Central, puede suponerse aquí una base ideológica similar. Algunas de estas "caras simples" se hallan reproducidas en petroglifos de la zona.

     En otras culturas contemporáneas o poco posteriores, se conocen muchos elementos, que indican la práctica de fumar, de inhalar, de beber o de masticar sustancias psicotrópicas en amplias zonas del noroeste y oeste de la Argentina. Importantes y bien conocidas a través del arte mobiliar y decorativo y también del arte rupestre son las expresiones del "complejo felínico" en la cultura de la Aguada (600-900 d.C.). Se trata, sin duda, de una manifestación tardía de lo que en el milenio I a.C. tuvo su auge en México (olmecas), Perú (Chavín) y poco después en Colombia (San Agustín) y en el noroeste de Bolivia (Tiahuanaco). Si bien el énfasis iconográfico es el "felino draconiforme", la serpiente y el yaceré o caimán no dejan de estar presente, generalmente en combinación con el anterior, y separadamente también algunas aves estilizadas. El hombre con cabeza felínica está presente en la cerámica y en las pinturas rupestres. También se representa al "shamán guerrero", con insignias y armas en las manos, a veces con características de "sacrificador", portando una cabeza-trofeo. Toda esta simbología desaparece durante el período agroalfarero Tardío (900-1550), reemplazada por otra de tipo mas "naturalista".

     Las pinturas rupestres de la Aguada se hallan en su mayoría en el interior de las oquedades rocosas ubicadas en la vertiente oriental de la Sierra de Ancasti en Catamarca, y constituyen uno de los grandes estilos rupestres americanos. Además de variados motivos felínicos adscriptos estilísticamente a dicha cultura, hay danzarines armados que pueden ser tanto seres sobrenaturales como shamanes en trance que los están encarnando. No debe ser casualidad que en la misma región crezca el cebil, planta arbórea cuyo uso con fines psicotrópicos está atestiguado tanto arqueológicamente como también etnográficamente en muchas zonas de América, en este último caso en forma inhalatoria. Se da así en el Ancasti una situación parecida a la del suroeste de California : shamanismo/planta alucinógena/arte rupestre, en asociación geográfica.

     Otro elemento que consideramos paralelo al "culto al cráneo" de algunas culturas andinas (posiblemente ancestral a éste), que también se ha conservado en el área amazónica, puede ser considerado el "complejo cefálico", cuyas manifestaciones rupestres se presentan en muchos sitios del norte, noroeste y oeste de Sudamérica. Se considera a las grandes cabezas mascariformes grabadas en las rocas que rodean a un arroyo en el llamado Valle del Encanto y en otros sitios del Norte Chico chileno como prototípicos de esto que interpretamos como la manifestación artístico- simbólica de una eclosión religiosa de carácter shamánico- visionaria,en la que la vivencia de las fuerzas internas de la cabeza humana jugaba un papel preponderante. Podemos imaginar su influencia sobre las poblaciones y su perduración, aunque poco a poco el tema de la cabeza mascariforme se fuera simplificando o deformando y agregándose también a veces la representación esquemática de todo el cuerpo humano.

     Originadas hacia comienzos de la cultura El Molle (ca. 0-700 d.C.), las cabezas mascariformes, a la vez de perdurar en Chile pasaron al lado argentino, con sus modificaciones y simplificaciones, en donde aparecen acompañando a otros motivos en sitios importantes de la región cuyana. Las tacitas o morteros en la roca aparecen en el Valle del Encanto y en otros sitios como el espectacular conjunto de Talampaya en el suroeste de La Rioja, debieron de servir -al menos en parte- para la molienda ritual de elementos alucinógenos.

     Las cabezas aureoladas o con prolongaciones radiantes o anteniformes suelen llamarse máscaras, pero en realidad no se trata de la representación de ese objeto sino de las fuerzas radiantes o energéticas del propio ser humano (que también se trata de representar en las máscaras), hechas "visibles" para el shamán o sacerdote en algún momento de sus estados "alterados" ( ?) de conciencia.

     Existen otros motivos de probable importancia simbólica, sobre los cuales aún nada puede decirse desde un punto de vista interpretativo. Tal es el caso de los pies grabados a modo de impronta, y en especial los que presentan seis dedos (representados en dos sitios del suroeste de La Rioja). Como observación sobre este tema, podríamos decir que ciertas deformaciones genéticas han sido consideradas a veces como sagradas. ¨El pie de seis dedos podría ser la característica de una importante estirpe de shamanes ? ¨O la marca dejada por una divinidad ? Aquí y allá aparecen, en el área Andina, motivos del "estilo de pisadas" patagónico (rastro de avestruz, de puma, etc.), cuya relación con el resto del contexto cultural y rupestre desconocemos.

     Terminamos estas consideraciones con una observación ecológica que nos parece significativa. El hecho de que alguno de los grupos mas importantes de petroglifos se encuentren al comienzo y al fin de ciertas quebradas, o el interior de éstas, a lo largo de antiguas sendas que cruzan un cordón montañoso o la propia Cordillera de los Andes, sugiere que lo que podemos llamar el simbolismo del camino, a su vez vinculado a lo que en etnología suele llamarse "los ritos de pasaje". La vía, a veces difícil, que atraviesa una zona montañosa, es percibida como una hipóstasis del camino solar, y también, figuración del viaje del alma a la región del "Más Allá", en el curso del cual deberá enfrentarse con fuerzas y con seres que son representados y a la vez conjurados por medio del grabado en sitios elegidos por su sacralidad potencial.

     El camino difícil, la estrechura, el paso montañoso, el túnel constituyen para la conciencia mítica imágenes iniciáticas ; símbolos del umbral también reproducido en construcciones templarias del Viejo y del Nuevo Mundo. Algo de esto pervive en el folklore indígena, aún después de 500 años de acoso por parte de nuestra civilización racional y exotérica : en los momentos finales del viaje en búsqueda del peyote, la cactácea sagrada de los huicholes del noroeste de México, éstos dicen de sí mismos : "Nos hemos vuelto nuevos, estamos limpios, somos recién nacidos". Esto es simbolizado por una cuerda enrollada en forma de espiral : una metáfora del viaje al "lugar de origen" y el regreso subsecuente a "este mundo", es decir, muerte y renacimiento. Explica Furst (quien participó personalmente en uno de estos viajes) : "Habiéndose despojado, simbólicamente, de su condición adulta y de su identidad humana, los peregrinos pueden asumir ahora verdaderamente la identidad de espíritus, pues así como su guía es Tatewarí, el Dios del Fuego y primer Chamán, ellos se convierten en las deidades ancestrales que lo siguieron en la caza primordial del Venado-Peyote. De hecho, sólo como espíritus pueden 'cruzar', esto es, recorrer a salvo, el paso peligroso, el umbral de las Nubes Estrepitosas, que dividen el mundo ordinario del no-ordinario. Esta es una de las varias versiones huicholes de un tema casi universal en la mitología funeraria, heroica, del chamanismo".

     Cuántas espirales no están representadas en petroglifos americanos! Cuántas de sus variantes : volutas, laberintos, múltiples círculos concéntricos ! Cuántos escalonados y laberintiformes rectilíneos en sus pinturas geométricas, también símbolos del camino del espíritu de los muertos ( e iniciados) hacia el Más Allá ! Cada estudio de éstos y de muchos otros temas culturales paleoamericanos provoca nuestra admiración hacia quienes, con métodos a veces extraños, lograron conocimientos superiores y los volcaron hacia todos los aspectos de la vida social, en os casi siempre duros ambientes en los que les tocó vivir, y de los cuales el arte rupestre constituye un pálido reflejo.

 

 



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